miércoles, 7 de mayo de 2014

¡Gracias, Mago!

Ella, era de esas personas que creía que estar era suficiente. Nunca había pensado que tuviera algún tipo de magia. Se le había dicho siempre que eso estaba destinado a gente diferente; más guapa, más interesante, más carismática. Estar, era suficiente.
Él, era una especie de nigromante del bien. De los que hay pocos. Siempre pendiente de adivinar el futuro, de sacar a relucir la magia en aquellos en los que ya la había visto, sólo Él.

No era un hombre especialmente guapo, ni mucho menos simpático pero su sola presencia siempre llenaba de luz los espacios que ocupaba, por más inmensos que ellos parecieran. Aquellos que habían sido tocados con sus enseñanzas siempre volvían por más, aunque en algún momento se separaran de ellas para conseguir su propio camino.
Ella, no entendía muy bien cómo había seres como Él, que siempre estaban bajo la luz brillante. Que siempre deseaban ser vistos, escuchados, notados... Era todo lo contrario a ella, que se escondía tras sus barreras que tan fácil construía. Era la posición más cómoda.


Sus paseos por el Templo, como le gustaba decirle Él, sufrieron un cambio aquel día en que decidió reclutarla. El gran mago ya había terminado sus proyectos anteriores y ahora se embarcaba en algo nuevo en el que lograría juntar aprendices tan distintos como talentosos para lanzarlos a un mundo nuevo que Él ya había visualizado.


Y un buen día se hizo la música. Ella tuvo, por primera vez, que dar un paso al frente. Tuvo que mostrarse y comenzar a creer en sus dones. Esos que sólo alguien como Él podía notar y que en los que sólo Él había creído hasta ahora. Ella comenzó a crear sus sortilegios y poco a poco se supo destinada a enseñarlos al mundo.


Gracias a Él, su vida cambió para siempre. Consiguió su mitad de luz que estaba tan cerca pero que en oscuridad nunca habría podido verlo. Encontró la suprema felicidad que le proporcionaba la música. Pudo sumar a su familia otras personas que habían sido tocadas por Él. Y supo que podía confiar en ella misma y en lo que quisiera emprender de ahora en adelante.

Siempre se pensó que estaría más tiempo en nuestra presencia. Él siempre los preparaba para su partida temprana ya que sabía que si vives con intensidad te cansarás un poco antes. Aunque ahora sea mucho más difícil verlo y casi imposible tocarlo, su presencia está en todos lados. Los que fueron bendecidos por su magia tienen la virtud de hacerlo sentir aunque no esté. Sólo uno de los grandes tiene la capacidad de transformar vidas tan diferentes en formas tan variopintas. Y sólo un grande tiene una despedida tan sentida como Él.

¡Adiós al gran maestro!





    

jueves, 9 de enero de 2014

¡Ya no quiero la receta!

Llevamos unos cuantos años (por no decir muchos) preguntándonos cuál es la forma de acabar con la delincuencia, el desabastecimiento o la corrupción en Venezuela. En mesas de restaurantes, en estados de Facebook, en inmensas colas de supermercados o en interminables listas de "reply" en Twitter. Incluso ya se nos van las horas con nuestras familias tratando el tema en las cenas de navidad o día de las madres mientras los niños se sientan frente a los televisores con videojuegos tan violentos como los periplos de "Hernancito" y oyen a su padre decir cosas tipo -Habría que meterse en esos barrios y matar a todo lo que se mueva-. Radicalismos aparte, lo cierto es que a muchos les hemos oído buenas ideas, que si fueran llevadas a cabo (a menor o mayor escala) quizás podrían funcionar. De hecho, hay municipios que han bajado su tasa de homicidios, así que sabemos que algo se puede hacer.

Pero, ¿qué pasa cuando uno ya no quiere la receta salvadora? Yo me encuentro en el punto exacto en el que decidí que no tengo ni idea qué hago acá, quién me dejó abandonada en este sitio tan raro con gente a la que no entiendo. No quiero salvar a Venezuela. Honestamente ya no me importa ni un pito qué le pasa o le va a pasar. Simplemente estoy mandando un SOS para que alguien me rescate y los demás que vean cómo resuelven porque me harté de remedios caseros que no son más que paliativos de una enfermedad terminal.
No tolero más a los nostálgicos que hablan del talante del venezolano (¿talante dices? los que nos calamos una cola de hora y media para que nos dejen COMPRAR un paquete de harina y uno de papel de baño no tenemos ningún tipo de temperamento). Me aburren sobremanera los come flor que siguen con el cuento de "Soy desierto, selva, nieve y volcán", por favor, casi todos los países interesantes del mundo tienen nieve (pero de la de verdad, donde puedes esquiar), tienen dunas (hasta rallys y esas cosas hacen), pueblitos recónditos donde pasar vacaciones y playas bellísimas donde pueden ir todos a disfrutarlas.
Porque en Venezuela, ir a Mérida, por ejemplo, es un tema. Las 13 horas por una carretera donde te pueden matar si te paras a cambiar el caucho que se te pinchó por culpa de un hueco del tamaño de una rueda de camión acostada que lleva más de 6 años ahí, las tienes que sobrellevar con la ausencia parcial o total de gasolineras decentes con baños, sitios para descansar o comer. (Eso sí, gasolina bien barata). Digamos que llegamos sin mayores contratiempos y salimos a pasear. La heladería de los mil sabores sólo tiene 23 porque no hay leche para prepararlos, fail. El teleférico no sirve porque no hay repuestos desde que se dañó hace 2 años, fail. Te toca ir a la Venezuela de Antier a tomarte fotos y pagar alrededor de 300 Bs. por persona para hacer algo después de 26 horas de viaje en carro, que vas a odiar porque resulta que tienes que ponerle un chip de turista para que te dejen echar gasolina, ya que los estados fronterizos tienen ese detallito del contrabando.

Margarita, por su parte, es un paraíso de entre 6 mil y 10 mil bolívares semanales, por persona. Así como nos toca a nosotros irnos en ferry o avión, le toca a los alimentos y demás productos. Si los anaqueles de Caracas están vacíos, no traten de imaginar los de la isla. Una familia decidió irse en avión para ahorrarse la cantidad innecesaria de horas manejando hasta Puerto La Cruz (que es aun peor carretera que la que va a occidente y por lo tanto, más peligrosa en todo sentido) y el trayecto en el barquito que le decían que era súper rápido y llegaba en 2 horas (cuando en realidad son 4 como siempre), se pegó más de 1 día esperando encima de su equipaje porque hay retraso en todos los vuelos naciones y las aerolíneas no se hacen cargo de estadía ni comida porque eso son cosas de los países desarrollados, no de Venezuela. Resulta entonces, que llegué yo primero a Madrid que ellos a "laisla" que queda a 33 minutos de la capital. Y para encerrarse en el hotel porque los motorizados se meten en el Sambil a hacer caballito... o mejor que no se queden en el hotel, porque después llega un grupo comando y los roba a todos. ¡Que estrés!
Y que nadie ose nombrarme Los Roques. Porque sí, es bellísimo y los actores y cantantes vienen a disfrutarlo. Claro, es que con lo caro que es, sólo ellos pueden darse ese lujo. A los humildes mortales venezolanos nos toca conseguir un ofertón que nos permita conocer el archipiélago en un "full day". Su precio va desde los 5 mil a los 15 mil e incluye boleto aéreo en una tara que siempre sientes que se va a caer y unos refrigerios que no quiero ni imaginarme con este desabastecimiento.

Así, puedo enumerar cada uno de los preciosos y variados destinos turísticos de este país en el que vivo y decirles por qué no deberían gastar ni 2 centavos en visitarlos. Porque esos 2 centavos, en Venezuela hay que trabajarlos durísimo. Y rendirlos. Eso de que hacer mercado, sin carne ni pescado, salga en 3 mil bolívares quincenales (tomando en cuenta que no conseguimos leche, azúcar, papel sanitario o harina de ningún tipo) es de locos. Que hay que pagar los 1000 Bs. de seguro porque, asumámoslo, no hay ni un hospital público que sirva para nada porque ninguno tiene insumos y la gran mayoría cierra sus emergencias y quirófanos por esa razón. Sumamos a eso el colegio de los chamos (Porque si no quieren que estudien con "El Adolfito" no los metan en un liceo o un Simoncito), sumen también la televisión por cable ya que no hay canales decentes en la tv pública nacional (no es sifrineo, son sólo 7 canales chavistas, uno con narco novelas y Vale TV) y adicionalmente el seguro del carro (porque con la inseguridad fijo un vidrio nos rompen o un motorizado nos patea el retrovisor) y demás servicios como teléfono, Internet, electricidad y condominio. Claro, condominio si es apartamento es tuyo porque sino, tienes que pagar un alquiler que es 4 veces el sueldo mínimo en una zona media/mala de la ciudad.

A todos los que insisten en venir a visitarnos porque les gusta el turismo de aventura les digo ¡Bienvenidos al país donde un camionetero es Presidente de la República!; ¡Bienvenidos al país donde hay un ministro llamado El Potro Álvarez que canta reggaetón!; ¡Bienvenidos al país donde los que cargan las maletas en el aeropuerto también se las roban!; ¡Bienvenidos al país donde la velocidad de conexión a Internet es de 0.9 mb!; ¡Bienvenidos al sitio donde las noticias del Chigüire Bipolar se hacen realidad!

Así que lo lamento mucho por mis padres y amigos si se quieren quedar en Venezuela, pero yo no. He decidido que odio este país y no me da la gana de disfrutarlo, ni salvarlo, ni un carajo. No me den ninguna receta salvadora porque no la quiero ya.