martes, 7 de febrero de 2012

Una noche para recordar... como todas con ustedes

Y resulta que cantamos... una vez más tuve la dicha de estar horas y horas en un teatro, rodeada de chicos que merodeaban entre notas musicales, ruidos de martillos y clavos, telas brillantes y nervios... porque no se si se han dado cuenta pero los nervios, en muchos casos, se oyen. Se traducen en el leve sonido de un par de manos frotándose para eliminar un frío que no proviene del clima, las pataditas recurrentes contra el piso de madera, las exhalaciones largas que preceden a un pequeñísimo ataque de pánico o los dientes que se golpean repetidamente unos contra otros.

Tengo amigos que no entienden por qué me encanta estar allí. No saben por qué amo estar con un montón de gente a la que le llevo en algunos casos hasta 10 años. Y es que ellos nunca lo entenderían, porque no viven la música como lo hacemos nosotros. No comprenden lo que amo de cada uno de los que forman parte de la Escuela de Canto de Delia Dorta.


Hace casi 8 años que llegó esta extraordinaria profesional a enseñarnos a cantar. Éramos dos loquitas de 24 años que de repente se veían en clases de canto con una pequeñísima mujer que tenía la voz más increíble que había oído jamás en vivo. Y en ese momento me dije -Te toca aprender, porque una oportunidad así no la tiene cualquiera.

Dos alumnas se convirtieron en tres cuando se unió Enrique a nosotros... y de repente, esa maravilla llamada música nos convirtió en una escuela con 30 alumnos... adultos, niños, adolescentes... todos viviendo lo mismo, con más o menos ganas, con metas y expectativas diferentes. Gente de la que trato de nutrirme. Gente a la que ahora amo como a pocos.

No pueden imaginar lo que disfruto viéndolos escoger sus canciones y desestimándolas meses después porque se aburrieron y descubrieron cantantes nuevos. Me encanta ver cómo encuentran al amor de su vida, cómo se despechan entre baladas y merengues. Amo saber que no están solos, porque aunque vengan de familias problemáticas, en los ensayos ganaron hermanos que nunca los abandonarán. Mi alma se regocija cuando se que consiguieron en Delia a la madre que sí los escucha sin juzgarlos, que sí los apoya en esa locura que es querer ser cantantes.

La Escuela, es un lugar donde nos sentimos libres. Podemos decir cualquier cosa. Lo más grave que podría ocurrir es que Leoncio nos imite por el resto de la temporada si fue una burrada muy grande. Podemos bailar bien o mal. Total, Nika siempre pensará que somos una prueba de paciencia que Dios puso en su camino. Podríamos desafinar terriblemente en cualquier grabación. Lo peor sería que Javier respire profundamente y nos mande a repetir la toma. Lo importante son todos los mensajes hermosos que invaden el Twitter, el Facebook y los estados del BBMsn justo después de cada actuación. El apoyo y la buena vibra cuando algún alumno hace carrera artística.


Sólo una palabra abarca todo lo que siento, "Gracias". Gracias por llenarme de energía, de cosas lindas. Gracias por sus gritos cantando Calle 13 en el camerino. Gracias a todos los chicos que no lo hacen tan bien por hacernos reír (aunque sea a sus expensas). Gracias a los que lo hacen genial por demostrar que el talento es lo mejor que hay en el mundo. Gracias por lanzar ropa por los aires en medio de maquillaje, maletas y zapatos. Gracias por bailes tan sencillos que nunca salen perfectos. Gracias por conversaciones inadecuadas en medio de niños de 13 años. Gracias por hacerme llorar de felicidad cuando llegan a una nota dificilísima. ¡Gracias por tenerlos en mi vida fuera del escenario!