lunes, 14 de mayo de 2012

¡Pues sí, yo también me iría demasiado!

Chamos caraqueños. Frases tontitas y pegajosas. Unos nos parecen más cercanos que otros. Música de un grupo que nunca supo que iba a ser parte de eso. Un eso que ellos jamás pensaron que se iba a convertir en lo que se convirtió. Una tarea de la universidad que se vuelve el video viral del momento. Un poquito más y llegamos a Caracas Ciudad de Despedidas (CCDD).

Sin querer, sus directores y productores estuvieron en la boca de miles de personas que se preguntaban cuál había sido el fin de su trabajo. Y es que para la mayoría de los que vimos eso en Youtube, los que ahí se expresaban, nos parecen tan irreales, que no podíamos asegurar que todo el montaje no fuera una broma. Pensamos si de verdad existe alguien que ve a Caracas como una pieza de origami que puede batuquear hasta lanzarnos a todos a la nada. O un chamo que no se sienta caraqueño, porque vive "al este del este" sin saber que eso vendría siendo una zona medio fea que no está ni cerca de donde seguramente vive él, que sería al sur del este, más o menos. La tapa que cerró el frasco, fue sin duda que a una de las protagonistas le diera "grimita" ser venezolana.

Las críticas no se hicieron esperar. Iban desde la forma de hablar, las palabras que usaban, la ropa, su postura con respecto a la situación país, el mal uso de adjetivos, etc. Todos teníamos algo malo que decir de esos tipos que jamás pensaron que iban a estar sometidos al escarnio público. Como pocas veces en la vida, la oposición y el oficialismo estaban de acuerdo en algo. Esos carajos no querían a su país. Esos carajos eran unos sifrinos locos que no tenían ni idea de las verdaderas carencias y problemas que tenemos en Venezuela. El odio que nos tenemos unos a los otros se unió para enfilarse hacia un nuevo y común objetivo. Y así, todo lo que huela a Caracas, Ciudad de Despedidas es odiado. Los chicos de Rawayana son abucheados cuando van a la universidad donde estudian (y podría jurar que sus compañeros, hablan y piensan igual que aquellos a los que critican) sólo porque los que montaron el video tuvieron el error de usar un par de sus canciones. Sólo porque uno de los que habla fue baterista del grupo (sí, fue, porque tal como lo dice, ahora vive en Canadá)

¿En qué momento, dejó de darnos risa oír el "me iría demasiado" para comenzar a darnos rabia? ¿Quién tocó el botoncito del odio? ¿Qué puede estar pasando por la cabeza de una persona que lanza piedras al carro de uno de estos carajitos? ¿Qué neurona se desconecta cuando amenazamos de muerte a una chama que el único error que tuvo fue decir en voz alta y a desconocidos cosas que hemos dicho nosotros en la intimidad de nuestra familia o amigos? Ahora queremos hacerle creer a los demás que nunca nos ha dado pena viajar a Miami con los venezolanos que se colean para entrar al avión de primeros (cuando los asientos están numerados). Nos encanta vernos tolerantes y esconder que hemos deseado el exterminio de todos los motorizados que transitan por las calles de la capital. ¿Quién no ha tenido un ataque de racismo social y ha escondido el Blackberry cuando se le acerca un venezolano de esos que dan "grimita"?

La diferencia es que ahora, tenemos unos cabecillas cool que nos van dictando qué está bien, qué está IN, qué es para criticar y qué no. Gracias al Twitter tenemos una relación directa con esos personajes que admiramos y que sin saberlo, van dirigiendo nuestros gustos. Es un fail que te guste Arjona o Caramelos de Cianuro porque resulta que tanto el primero como Asier riman muy forzado y entonces es pavoso. El que no se trasnocha viendo ChataingTV no tiene nada de qué hablar en clases al día siguiente. Si no has ido a una rumba de "Los 90´s atacan" no estás en nada. El que ve "A qué te ríes" da tanta o más penita que los de CCDD porque el win de hoy en día es "Misión Emilio". Todos tienen a los mismos actores, escritores, animadores. Esos que nos dictan lo que debemos querer u odiar. Y todos los días doy gracias porque ahora sean ellos, tipos con algo en el cerebro, los que determinen las modas en Venezuela, pero siempre y cuando no nos desviemos y, como el documental, pierda la verdadera razón de ser. Su mensaje real.

Yo sí me iría demasiado. Porque más allá de levantarme y ver el cielo azul, quiero salir a la calle sin que me de miedo. Pero quiero hacerlo a cualquier hora, porque no sólo da miedo a las 3 am. Yo escondo el Ipod, el Blackberry, la cámara y el dinero en efectivo cuando me monto en el autobús a las 10 am. Odio que todas las calles estén sucias. Me desagrada que las paredes estén llenas de graffittis horrendos, carteles políticos, y ropa de buhoneros. Cuando tienes que pagarle a todos los empleados públicos que te toque conseguir para sacar un documento legal. Cuando se caen a tiros en el andén del Metro. Quiero irme a un país donde no tenga que tener 25 años de edad y 12 de experiencia para encontrar un trabajo que pague más de sueldo mínimo. Quiero vivir en un sitio donde ese mismo sueldo mínimo me alcance para vivir bien y no sólo para sobrevivir. Donde no me de tanto miedo encontrarme un malandro como a un policía.

Admiro a todos los que aun creen en este país. Admiro a aquellos que sienten que aun se puede hacer algo para echar para adelante. Yo, por ahora, sólo tengo fuerzas y esperanzas para salir a votar. De resto, firmaría el divorcio con Venezuela en cualquier momento y sin mirar hacia atrás. Con todo el amor que le tengo a mi patria, como diría la noviecita de Rodrigo en CCDD "Lo mío con Caracas es una relación amor - odio. La quiero, pero no podemos estar juntos. La quiero dejar pero siempre hay algo que me ata a ella"